
River 3 Tigre 1
Después de haber visto la actuación, sobre todo en el segundo tiempo, del equipo en general y de algunos jugadores en particular, nos queda el gusto agradable de ver a un River parecido al que uno pretende, dando vuelta un partido que se pierde desde el vestuario y contra uno de los equipos que mejor temporada hicieron, casi clasificado para la Copa Sudamericana y con un muy capaz entrenador.
Es una gran satisfacción ver en Robert Flores al jugador que habíamos ido a buscar, y que Fabbiani se haya acordado de su arranque en River, cuando lo acusaban de gordo y fiestero y entraba y la rompía, tan diferente del otro, que hizo una pretemporada mientras los otros descansaban y bajó el perfil, entraba a la cancha y no la tocaba. También pareció que la entrada de Falcao fue decisiva en el vuelco, aunque él siempre tiene algún gesto de generosidad cristiana y regala un gol solito delante del arco. Hasta pudimos ver asomarse a Erik Lamela, aquel chiquilín que nos quiso llevar el Barcelona cuando tenía 12 años y ya es un jugador crecidito.
Todo esto no nos debería hacer perder de vista que el déficit del semestre es que la demostración de calidad aparece en partidos en los que River ya juega fuera de las cosas importantes y sin complejos. Ser jugador de River es actuar como ayer cuando de ganar o perder depende la suerte del campeonato, cuando ganás y lo vas a pelear y perdés y pasaste al montón.
Hay muy buenos jugadores, pero tal vez falte que rodeen a una columna vertebral que los sostenga y, por personalidad, les dé la fortaleza para jugar así cuando estamos en zona de plata o nada. Los jugadores malos no pueden jugar bien. El problema no es de calidad. Está muy bien sumar y mejorar en la tabla general, ahora. Volvamos por objetivos más altos.