
Vélez ya no se relame las heridas de la no tan lejana rosca entre jugadores e hinchada. Vélez, hoy, irradia sinergia. De afuera para adentro y de adentro para afuera. Y entonces le eriza los pelos de la nuca al San Lorenzo sensación. Porque bajó al cuarto patito en fila. Un Central híbrido, eso sí. Como se fumó, también, a un River (no) campeón, a un intermitente Godoy Cruz y a un Estudiantes más devaluado que el Austral. Pero son 12 de 12. Algo que ningún otro equipo logró en este torneo. Rachita que sí lograron los últimos tres campeones argentos. Y el victorioso Fortín de Russo. Pero... Pero no, peros. Vélez puede coquetear con las estadísticas, pero no debe enamorarse. Porque no ostenta el charme de campeón. No por ahora.
Es el de Tocalli un equipo ordenadito, bien parado, con una interesante responsabilidad táctica. Atrás, Uglessich es patrón y hasta gusta de la patriada de arco a arco. (Ayer cortó un ataque aledaño a su zona de influencia y no dudó en tocar e ir a buscar hasta el área rival. No lo vieron. Una jugada después fue por la revancha y cabeceó a la red como sólo saben hacerlo los centrales de raza). Papa va y va. Y va con critero, pese a arrancar en tercera velocidad. Como en el penal que le hicieron: López se la tiró media jugada, pero Emiliano se mandó un pique corto, copyrigth Messi, y obligó a Ribonetto a colgarlo. En tanto, Cubero juega como si fuera un espía inglés. Nadie lo ve, pero Poroto hurta pelotas por doquier en esa posición que no le es improvisada: en la final de Malasia 97, contra Uruguay, Pekerman (y Tocalli, claro) sacaron ¡a Aimar! para poner a quien aún soñaba con Nicole de 5 tapón. Somoza, por lo pronto, volvió sin conseguir mostrarse aún como el que se fue, pero va queriendo. Ayer, sin ser pulpo, apenas con su chapa, empujó al equipo cuando se esfumaban los minutos y Central se encaprichaba con el empate. Y no titubeó al patear el penal. Y, finalmente, Cristaldo es un delantero que aguanta con mañas la pelota, se mueve bien de espaldas, encara... Y siendo pibe, eh. Ayer fabricó un penal y medio en un solo tiempo: lo bajó Ribonetto (encima, al punta lo amonestaron por simular, como si, aun no habiendo existido falta, no pudiera caerse por mera consecuencia del roce propio de la jugada) y un ratito después Borzani le hizo un quite pitable.
Pero, y aquí vienen los peros, si Martínez se hace el Burrito, Vélez pierde muchísimo juego. Si Zapata y (sobre todo) Cabrera, apenas emparejan el pasto de las bandas, tocan una al compañero y una al rival, se pierden muchas oportunidades de ataque y se generan contras. Si cuesta tanto ganarle a un Central que tuvo al Equi González apagado y fastidioso, a una defensa aguada, todo bajo una ciclotimia general... Vélez, entonces, aparenta más un equipo a mediano que a corto plazo. Un buen equipo que por ahora no demuestra dotes de campeón. La brecha puede ser abreviada en dos fechas, cuando San Lorenzo, equipo que sí llena los ojos, esté enfrente. Por ahora es cuarto creciente. Luna llena habrá si pela colmillos.
Fuente: www.ole.com.ar