
Pif! ¡Pam! ¡Pum! Así de rápido se le cayó la estantería a Quilmes, tan velozmente como la imagen positiva de Emanuel Trípodi. Antes del clásico parecía candidato a ídolo póstumo después de dos partidos brillantes, aunque por un saque de arco mal hecho terminó perdiendo un par de puntos en las encuestas. Lanús capitalizó el regalo que le hicieron, Salcedo definió bárbaro ante una salida a destiempo del propio arquero y se quedó con un empate que le vino perfecto en la previa del derby barrial ante Banfield.
Si bien Trípodi después mejoró (le tapó, entre otras, un remate a Peralta que iba directo a convertirse en el 2-1) eso no lo exime de su responsabilidad en el resultado. Aunque a él sólo se le puede atribuir el problema del gol de la igualdad. Después, todo pasó por los problemas que tuvo Quilmes para generar fútbol. Porque Tocalli planteó un sistema que embarulló a Lanús y lo arrinconó, pero que no le generó peligro concreto. ¿En qué se equivocó? En la lectura del partido: Aranguiz, además de sacarle un gol a Regueiro, pasó al ataque durante todo el partido, pero nadie lo aprovechó. Hubo demasiado juego centralizado, buscando a Morales. Una salió bien, pero el resto las controlaron entre Balbi y Marchesín.
A Hugo hay que darle la derecha en algo: con 22 jugadores se puede armar un gran plantel, pero convertirlo en un equipo aceitado lleva más de tres fechas. Zubeldía ahí contaba con un poco de ventaja, ya que a este grupo lo viene trabajando, inculcándole el mismo ADN desde hace rato. Pero Blanco no estuvo a full (bien contenido por Coronel) y a la visita le faltó fútbol. El punch, que debió correr por cuenta de Regueiro, apareció de a ratos porque el uruguayo bajó a dar una mano en el medio y se perdió.
El clásico, sumó otro empate. El historial lo lidera Lanús 17 a 12. En su casa, manda Quilmes. Pero la parda se recordará por el pifie de Trípodi y un grito: ¡Qué hacés, tri tri!
Fuente: Ole