lunes, 23 de agosto de 2010

ALL BOYS 2 - BOCA 0 El celular del gol

Justo Domínguez, yerno de Bianchi, fue el verdugo de Boca con un cabezazo que cerró el triunfazo del Albo.

El gol, ese cabezazo furioso que Lucchetti apenas si pudo quitarle fuerza, que se tradujo en el 2-0 parcial, ¿estará registrado como bien de familia? Justo él fue verdugo de Boca. Justo él, que si bien nunca se ha calzado la azul y oro, tiene relación íntima a través de la parentela. En lugar del celular de Dios, privó el celular del gol... Porque fue Eduardo Domínguez quien acertó el cocazo para ampliar la ventaja de All Boys. El yerno de Carlos Bianchi, técnico ultra híper ganador de Boca, que en el contexto de un arranque de torneo aciago genera un plus de nostalgia en sus hinchas. El marido de Brenda, hija del Virrey. El padre de los nietos, Mateo y Nina, nacida hace un puñado de días y, nunca mejor utilizado el término, fan xeneize desde la cuna: ya tiene el carnet de socia. Ay...

De 32 años, no es novedad que el menor de la saga Domínguez futbolistas (Federico, su hermano, es dos años mayor), llegue a la red. Ya sea como marcador central, o eventualmente haciendo el lateral izquierdo, el hombre surgido en Vélez lleva anotados 17 goles desde su irrupción en Primera, allá por 1996. De pasos por dos grandes como Racing e Independiente, Olimpo, el DIM colombiano y Los Angeles Galaxy de Estados Unidos, para esta temporada dejó Huracán, donde se lo vio en una de sus mejores versiones, sobre todo, en la campaña del subcampeonato del Clausura 2009, para recalar en All Boys, detrás de la aventura de afianzarlo en la elite. El triunfazo ante Boca en cancha de Huracán, el primero del conjunto de Pepe Romero desde el Ascenso, lleva su sello.

Más allá de la daga indirectamente bianchista clavada en los corazones boquenses, Domínguez redondeó un partido sólido, codo a codo con Casteglione, en la cueva de All Boys. Consiguió ganar bastante de arriba y neutralizar, con su compañero, a Martín Palermo. Y, envalentonado por el grito, hasta se animó, osado, a ejecutar un tiro libre a 35 metros del arco de Lucchetti. Fue en el segundo tiempo: el zurdazo se fue cuatro metros ancho. Pero es un símbolo de confianza.

A esa altura, de a ratos, el Albo le manejaba la bola a un Boca derrotado. El gol de Domínguez le había otorgado una buena cuota de tranquilidad para lograrlo. La incógnita es cómo lo habrán recibido Brenda y Nina. Gajes del oficio.
Fuente: Ole