
Villarreal y Sevilla respondieron con creces a las expectativas que había generado un duelo entre dos aspirantes a todo. No fue un partido estético, pero sí intenso, de fuerza, de poner algo más. Y, ahí, los de Nervión aguantaron con uno menos durante 47 minutos, pero terminaron cediendo frente a un Submarino que nunca perdió la fe.
El primer acto fue muy físico. Todo por culpa de un Sevilla que impuso su ley en el centro del campo. Keita y Poulsen eran todo músculo y, cuando los amarillos lograban superar esa línea de presión, se encontraban con un aluvión de faltas, la fórmula visitante para contener a un Villarreal que no carburaba. Y así se consumió media hora sin fútbol ni ocasiones. Una puesta en escena muy pobre para dos equipos de los que se esperaba mucho y que sólo empezaron a dar señales de vida en un último cuarto de hora, antes del descanso, de vértigo. Tuvo de todo: goles, ocasiones, expulsiones y hasta un futbolista lesionado. Guille Franco arrancó esos 15 minutos de vértigo con un gol de cabeza tras servicio milimétrico de Senna. Respondió enseguida Kanouté, a pase de Luis Fabiano. Después, Keita mandó a Josico al vestuario con una durísima entrada. Y, justo antes del descanso, Alves dejó a los suyos con diez por unas manos que le costó la segunda amarilla.
Con ese panorama, el segundo periodo se presumía con un Submarino llevando la batuta. Y así fue. El problema es que los de Pellegrini no encontraban el camino para abrir vías en la poblada y ordenada defensa del Sevilla. Lejos de eso, vieron cómo Luis Fabiano sacaba petróleo de un balón suelto en el área y firmaba el 1-2. Con uno menos, los de Jiménez se sentían cómodos atrás y tampoco pasaban muchos agobios. Sin embargo, volvieron a cometer un nuevo despiste a balón parado y con los mismos protagonistas: Senna botó una falta y Guille Franco conectó otro cabezazo letal. Tablas.
A partir de ahí, se inició un intercambio de golpes sin acierto. La tuvo primero Jesús Navas, que estrelló una contra velocísima en el palo. Respondió Guille, que se topó con Palop en otro remate de cabeza. El Sevilla empezó a acusar el cansancio lógico de tener que jugar con uno menos durante toda la segunda mitad y reculó cada vez más sobre la portería de un Palop al que se le multiplicaba el trabajo.
Todo hacía pensar en el empate, pero apareció Matías Fernández. El chileno se inventó una jugada de un balón suelto y a Mosquera no se le ocurrió otra cosa que frenarle con una durísima entrada. Penalti de libro, gol de Mati y victoria frente a un Sevilla dignísimo, pero que capituló contra un Villarreal que ya es segundo en la Liga, que sigue batiendo récords y que aspira a todo esta temporada.